domingo, 8 de febrero de 2009

Jacobinos del cuerpo quieren QUEERerse.

Querido Dashiell Hammet, te escribo de nuevo desafiando la capacidad de todo ser humano de soportar rollazos y, de nuevo, digo, desde la acomplejada posición de alguien que se disculpa por escribir textos largos, aún a sabiendas de que necesita que sean así:


En la revista www.hartza.com hay un interesante intercambio de insultos y amenazas en el terreno de la teoría y la práctica queer, a raíz de un texto de Javier Sáez titulado "El amor es heterosexual"(1). Este texto, y las respuestas al mismo, conforman un entramado muy novedoso y entusiasmante de posiciones políticas respecto a la cuestión de la liberación sexual porque, por primera vez en mi vida veo, de una forma explícita, que se pone sobre la mesa el amor, no ya desde la teoría sino desde prácticas cotidianas.

De una forma u otra, la tradición de la lucha por la liberación sexual ponía en el sexo su objeto, siendo la liberación del amor consecuencia de la sexual. Sin embargo, este debate de Hartza nos pone de manifiesto que existía un punto que no había sido ni aclarado, ni situado, esa cuestión difícil y complicada que vendría a ser el amor.

Una de las claves del texto de Javier Saez es que se respalda en una entrevista a Foucault, "Sexo, Poder y gobierno de la identidad" (2), donde se aboga por la constitución de una realidad, una vida homosexual, frente a una vacía identidad homosexual, no limitarse a una mera demanda de
tolerancia sexual, a ser respetados y reconocidos, sino que los homosexuales comiencen a crear (para más, ver la entrevista a Foucault, que matiza y profundiza la cuestión). Javier Saez recupera este planteamiento y lo aplica a un encuentro feminista porno punk que tuvo lugar en Donosti. En este encuentro, Saez diagnostica una hipervaloración del amor y de la pareja, y podríamos resumir su análisis en dos puntos:

1º. Es un acto de búsqueda del reconocimiento del mundo heterosexual:

"los bollos, las maricas e incluso los trans son mucho mejor digeridos y aceptados cuando tienen pareja (“qué chicos más sanos, ya no son promiscuos”) y sobre todo cuando proclaman “su amor” (“fíjate qué majos, se quieren; son como nosotros”). Como decía Foucault, lo que molesta al poder no son las relaciones homosexuales, sino la amistad (http://www.hartza.com/fuckault.htm ). Es decir, la posibilidad de crear redes de amigos, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles de localizar, que escapan al control social y que van más allá del modelo binario individualista o liberal: “pareja- amor- matrimonio”".

2º. Como consecuencia de esto, hace una crítica del amor y denuncia su carácter no sólo heterosexual, sino ampliamente pro-sistema:

"Para mí el amor se basa en la insolidaridad. Me vinculo a una persona, de forma individual, y abandono el resto. La pareja. Dos individuos. Fin del vínculo social. La locura temporal que supone el sentimiento amoroso nos aísla del resto, o en todo caso convierte a la pareja en la prioridad: primero salvo a mi marido, luego ya veremos. Tampoco se recuerda lo cerca que está el amor del odio: cada semana muere en el Estado español una mujer a manos de su marido: “la maté porque la amaba”. La propia Elizabeth
Stephens nos mostraba en el festival una foto de un pezón sujetado por una llave inglesa, y comentaba: “Es una foto del pezón de mi ex. Ahora pienso que debería haber apretado más fuerte”. Parece que la cosa acabó mal entre ellas."

La clave de la argumentación de Saez es que une amor a pareja, siendo, por tanto, las celebraciones del amor una celebración de la pareja. Independientemente de cómo fuera planteado en el encuentro de Donosti, centro de la polémica, Javier Saez vincula al amor como origen de la insolidaridad porque ese amor se da por otra persona, pero sólo por esa otra, y, entonces, separándose del mundo, tenemos cómo el amor no sólo legitima el aparato pareja, sino que lo lleva en su seno. De ahí que haga un elogio de la amistad, en base, de nuevo, a Foucault..

Este texto ha recibido respuestas muy diversas, pueden leerse en la porpia web de Hartza, o en los comentarios que recibe el artículo en Dos manzanas. De ellas, la que destaco es la de Virgine Despentes (3), por varias razones:

1º. Explicita una defensa de la pareja como estructura que puede llegar a permitir la misma superviviencia, por una cuestión directamente económica: por sus propios medios, Annie Sprinkle no habría podido acceder al tratamiento contra el cáncer que finalmente le ha curado, si no fuera por la Seguridad Social de su compañera Beth.

2º. Explicita una defensa de la pareja como estructura que fortalece una posición política por el hecho de presentarse como pareja que se sale de la norma heterocéntrica:
"Cuando me presento en público con Beatriz, sé que nos defendemos y somos más fuertes por el simple hecho de ser dos, presentamos un modo de supervivencia emocional y económica fuera de la heterosexualidad."

3º. Añade: "Y no me parece que nuestra posibilidad de amor se reduzca tan sólo a nosotras, me parece que en estos 4 días [se refiere al encuentro de Donosti] hemos querido a mucha gente. Al final, amar es siempre un esfuerzo, un riesgo vital, pero odiar es la fuerza propia del capitalismo, el impulso más fácil, caótico y natural, el más destructivo, que puede conducir al éxito o al poder, pero que nunca te llevará muy lejos en términos de subversión. Quizás la utopía del amor sea lo único que justifique hacer política, arte o escritura."

4º Defiende el encuentro de Donosti (centro de la polémica) en base a que, además, lo que dice haber visto Javier Saez en el encuentro es un acto de re-escritura:
"Lo que tú haces se llama un esfuerzo de re-escritura : en este seminario no has visto perras, ni chicos con coño follando de la manera más brutal y tierna, has visto parejas de adultas. Que tú no quieras verlo no significa no haya ocurrido algo excepcional. Que prefieras pensar que has visto parejas de adultas y adultos enamorados es tu problema. El hecho de que esta nueva clase de activistas sexuales reúna a parejas vestidas y desnudas para hacer sexo con otras no me ha parecido sin interés. Al contrario, se trata de una reconciliación que merecíamos desde hace siglos, reconciliación de la puta y la tierna."




Creo que el texto de Javier Saez, recupera de Foucault el esfuerzo de la crítica a las políticas de la identidad, y, por cómo responde no sólo Despentes, parece una crítica muy necesaria. Sin embargo, querría centrarme en otro aspecto. Dice Despentes a Saez: "que prefieras pensar que has visto parejas de adultas y adultos enamorados es tu problema". Esto, de repente, me chocó. Lo retomaremos más tarde.

La carta de Javier Saez relaciona amor e insolidaridad, amor de pareja e insolidaridad, y ahora, Virgine Despentes, a la defensiva, reivindica que lo que el otro quería ver eran "parejas adultas", pero que, para nada, para nada.

Bueno, de nuevo vistazo al yo-tuve:

http://www.youtube.com/watch?v=e-G2rvgA0Ic

Lo primero, advertir que es casi seguro que ese tipo exagera su acento para salir por la tele. Lo segundo, que, en la ruptura con las construcciones políticas del sexo, en la ruptura con cómo se ha normalizado que existen "hombres" y "mujeres" (y de ahí uniones mujer-mujer, hombre-mujer, hombre-hombre), el movimiento Queer, y Beatriz Preciado, han atacado el establecimiento del sexo como algo natural. Es decir, nuestro sistema político-económico pretende apoyarse en postulados científicos (como la genética) para argumentar la división social entre hombres y mujeres, sin embargo, la propia Preciado y otros, ya han puesto sobre la mesa el hecho de que la ciencia tiende a encontrar lo que busca, es decir, se produce a sí misma mientras no salga de su propio horizonte epistemológico, de las relaciones sociales del sistema político y social que han constituido dicho horizonte. Esta crítica a la ciencia ha sido desarrollada brillantemente por los Monty Python, visionarios de todo el conocimiento humano:

http://www.youtube.com/watch?v=ce4patrVAqA

Si partes de que los pingüinos parten la pana, llegarás, tras un excelente ejercicio de rigor científico, a demostrar que, efectivamente, los pingüinos parten la pana. Si las relaciones sociales dominantes que dan lugar al discurso científico dicen que existen los hombres y las mujeres, y que uno es una cosa y la otra, otra, pues, al final, tras inmensos estudios, tendremos, efectivamente, eso. Es decir, el discurso científico no es garantía de conocer lo "natural", ni de lo objetivo. Por tanto, si el Estado administra una gran cantidad de estrógenos (las llamadas hormonas femeninas) a las que considera mujeres, dentro del dispositivo de control social que es la construcción que es la identidad sexual; como acto de "empoderamiento", utiliza Preciado ese término, vemos cómo se administra, y también al miedica del Jodorosky, testosterona en gel. Se trata de todo un acto de conquista del Poder: lo que se les niega a las mujeres, se les puede poner al alcance para que, libremente, experimenten en su cuerpo, tengan acceso a ese poder bajo la forma de molécula.

Vamos a contraponer este acto de Beatriz Preciado a otro acto. Existe una película titulada XXY (Lucía Puenzo, 2007). Relata la historia de Álex, hermafrodita (aunque el término para humanos correcto es intersexual pues no se conocen casos que reúnan en un mismo cuerpo todo el aparato reproductor y que funcione, tanto masculino como femenino, sino que se dan casos, más de los que pareciera, de tener los órganos, es decir, pene y vagina) que ha nacido con los dos órganos genitales, y los conflictos que sufre por ello. Esta película habla de muchas muchas cosas, desde la educación/protección de los hijos por parte de los padres, hasta la exploración sexual y la búsqueda de la identidad. Pero es en este punto donde nos interesa el acto rebelde de Álex: no se está tomando los corticoides que se le suministra para evitar que le aparezca barba. Este acto de rebeldía de Álex lo contraponemos al de Beatriz Preciado porque son de naturaleza muy distinta: el primero es la renuncia a la asignación de sexo que el aparato familiar-institucional ejerce, y el segundo es la conquista del Poder que hay tras ese mismo aparato.

Son dos posiciones políticas totalmente contrapuestas. Rechazar o tomar. El acto en sí de Preciado (no nos referimos aquí al conjunto de sus obras) es un emblema para algo que podríamos llamar política jacobina en materia sexual. Me explico, todo planteamiento político revolucionario tiene que definirse, antes o después, por una forma de afrontar el Poder al que se enfrenta: o bien tratar de derrocarlo, o bien convertirlo en inválido. Entendemos como política jacobina a aquella propuesta revolucionaria que apuesta por la toma del Poder para poder llevar a cabo la revolución, y que resuelve el conflicto entre ambas cuestiones del lado de la toma del Poder. La política contraria, desarrollada por la filosofía de la no-violencia, deslegitima totalmente el poder, lo convierte en un hueco desde la desobediencia. Se dirá: la conquista del poder entraña también una forma de desobediencia y, al contrario, también la no-violencia conlleva una conquista del poder... bueno, estas cuestiones son muy largas de matizar, y tampoco soy yo precisamente el más adecuado para hacerlo pues es muy recientemente cuando empiezo a hacercarme conscientemente a la filosofía que entraña la no-violencia. Nos quedaremos ahora con el hecho de que todo movimiento tiene que dialogar y resolver esta cuestión, jacobinismo/no-violencia.

La revolución de Álex, su desobediencia, conlleva empezar de cero, el punto cero desde el que las referencias y las seguridades que ofrece el Estado no existen. Sólo dispone de sus propios medios, su propia materialidad. En lugar de aspirar a las realidades que emanan del Poder, Álex ha de enfrentarse a su cuerpo no catalogado, su deseo no catalogado, a... a "recorrer por ella misma su camino" (Ana Alguacil dixit). Convertir esta batalla en una batalla que se juega en tu campo, con tu cuerpo. Y la práctica de Preciado, pese a que también podría considerarse, a primera vista, entrar en un propio camino, es, en realidad, el camino del Poder. La revolución desde abajo, frente a lo que llamamos jacobinismo del cuerpo, no busca el cambio a través de las posibilidades que tiene el Poder, sino traajando a favor de las posibilidades que tenemos todos, y que no hemos descubierto.

Ahora, en otro giro, quiero contraponer lo dicho sobre XXY al cine pornográfico. La lógica de la relación sexual del porno convencional es un guión, la coreografía programada de dos cuerpos, que se relacionan el uno con el otro sin atender a lo que son por sí mismos sino, al contrario, obedecer un guionaje confeccionado para la lógica del espectador. La crítica feminista ha dicho que la pornografía es la teoría y la violación es la práctica, es interesante esta sentencia. De alguna forma, el triunfo de la pornografía es lo "sencillo" que resulta el sexo, es pura fantasía, despegue de la realidad y, en lugar de obedecer a la materialidad de los cuerpos, de descubrir qué son, cómo respiran, cómo laten, ... al contrario, imponer sobre ellos unas pautas guionadas, una coreografía fantasma, pues eso es cualquier cosa menos sexo, ya que está más cerca de la sardana o la jota aragonesa, que de unas personas descubriéndose unas a otras. Miento, en realidad en la sardana encontramos todo un ejercicio de ir juntos, de seguirse unos a otros, que le da un millón de voltios a la pornografía, a los hechos me remito:

http://www.youtube.com/watch?v=slnGYnt4sXY&feature=PlayList&p=8A6A1FF306FE2D4D&playnext=1&index=4

Por tanto, una nueva propuesta en positivo y esta vez no tan peliculera: si no tienes con quién practicar horizontalidad, baila la sardana, que también es revolucionaria. Vamos a decir: encuentro. Vamos a decir: desobedece todos tus supuestos instintos que te llevan a ir tan deprisa, sobrevolando el cuerpo del otro, a no insertarte en esta realidad que es tu cuerpo, que es el cuerpo de otro. Vamos a decir: deja de jugar a las pelis porno. Vamos a decir: respirar juntos es abrir la posibilidad del amor, y de la revolución. Vamos a decir: desobedece al aparato, busca la forma de empezar de cero.

Vamos a decir: hablamos mucho del sexo, pero nunca hablamos del amor. Y eso es lo que me parecía más interesante de este debate (¿recuerdas, hace mes y medio, cuando comenzaste a leer este post?) porque, por fin, aparecía el amor. Hará, pronto, un año que terminé un trabajo para Mr. Estrada (peazo profe) sobre la pornografía, en el que me propuse afrontar la cuestión del sexo... y ni siquiera se me ocurrió tocar lo del amor... claro, como Lacan nos había dicho que no podíamos decir nada de él... pues nada, callaíto como perro, guardando(me) el secreto.

Javier Saez ataca el amor por ser insolidario, pero en realidad, quiere atacar la institución pareja como instrumento que pueda sacarte del mundo. Virgine Despentes quiere pasar a la defensiva, y reivindica el amor, pero no termina de hacerlo con contundencia, y termina llevándolo a... "has visto adultos amándose porque los has querido ver". Es muy curioso, esta propaganda proadolescente. Se espera, precisamente de los adultos, que tengan la paciencia de encontrarse y profundizar en sus relaciones, superando las instantáneas-juveniles. He ahí la contradicción por la que el discurso de Despentes no puede desmontar la carta de Saez: amo aquí, amo contigo, busco tu cuerpo tal cual, dejar que surja la conexión, el encuentro que, sin hacer desaparecer ninguna asimetría, sin anularlas existe como tal, como un animalillo, el encuentro se convierte en un animalillo, en un ser por sí mismo, aparece una nueva respiración, una nueva realidad que, políticamente, es lo más cercano que podemos estar de una verdadera experiencia de base; pero Despentes termina hablando de hechos consumados como "lo que representamos juntas" o los beneficios de la Seguridad Social, es decir, que la pareja les permite conquistar Poder. Poder de Resistencia, sí, pero no desobediente. He ahí el salto fantasma entre el amor y la pareja: no pensamos en el amor porque pensamos en defendernos del Poder y conquistarlo (para lo que necesitamos más que nada el aparato-pareja), y no en desobedecerlo (el amor).

Estamos con Javier Saez en denunciar la "retórica del amor", pero no deshacernos del amor, la única puerta a la revolución en todo esto. Estamos por un amor desobediente, que parte de la respiración, las ideas y los temblores propios y ajenos, y que no sólo no se contradice con el crecimiento de nuevas redes de relaciones sino que, al contrario, es su motor. ¿A caso no es este el único modo de superar el binomio homosexual/heterosexual y, por tanto, las políticas identitarias que, al fin y al cabo, no hacen más que reforzar la estructura? ¿no es esta la única forma de encontrar nuevos caminos, pero que no sean impuestos desde nuestras intelectualidades a la realidad, sino desde los hechos, desde las realidades, desde las caricias por sí mismas?

Y me veo obligado por los hechos a añadir que los Monty Python también habían hablado ya de esto:

http://www.youtube.com/watch?v=xhJHNzy7u2A&NR=1




_______________________
(1) http://www.hartza.com/amorhetero.htm

http://www.dosmanzanas.com/index.php/archives/5544

(2) http://www.hartza.com/fuckault.htm

(3) http://www.hartza.com/virginierespuesta.htm

2 comentarios:

  1. joe tio, "científico", enamorado, y revolucionario, me has destrozado...:)
    genial el último video de los Monty.
    ya haré un comentario más serio.
    un abrazo

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  2. sí, sí...muy interesante. /vaya bloguecito que te has montado, nen/
    rosa, -ae

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Este es el blog "Cartas a Dashiell"