viernes, 20 de febrero de 2009

Charlie Babbit y la clase obrera: de "El taxista ful" a "Rain Man".

En "El taxista ful", José Rovira se ha metido en líos. No tiene dinero para mantener a su mujer y a su hijo, no tiene trabajo, así que se dedica a tomar una herramienta el tiempo que no se usa: los taxis. Dice que, cuando puede, deja, al devolver el taxi, también algo de dinero por los gastos...

"Esta sociedad, para vivir en ella, exige un comportamiento adecuado, pero te ofrece una seguridad. Eso... mentira podrida. Te exige un comportamiento adecuado y no te da nada".

Al parecer, Marc entra en la vida de José, aunque no sabemos muy bien cómo. Marc es un guapo treinteañero de precisa dicción, pose apolínea y algunas entradas, una frente despejada y gestos de intelectual pero de los que no te importaría que te hiciera un apañito, de los que el trabajo de mesa no le ha vencido los hombros hacia delante. No queda muy definido el colectivo en el que está organizado, sí sabemos que okupa y que milita en alguna forma, teoría o movimiento tipo estoy-de-vuelta, y nos referimos con ello a afirmaciones del tipo: "una transformación de la sociedad, nosotros no la queremos, ni, posiblemente, se pueda dar en el sentido que queremos, por eso nosotros muchas veces decimos que ya..., que no se puede hacer nada, pero cuando se admite que no se puede hacer nada, entonces se abre un camino...". Esta frase no es del propio Marc, es de un compañero mayor que él, pero me parece definitoria.

Marc y Jose son muy diferentes. Edades diferentes, formación diferente y hasta una lengua diferente. La amistad que se establece entre ambos tiene un origen incierto, ya hemos dicho que no sabemos cómo o por qué Marc llama un día a la puerta de José, pero lo que está claro es que la relación entre ambos es uno de los centros de la película. El colectivo de Marc da asistencia legal a José, que tiene que enfrentarse a la justicia no ya por faltas, como anteriormente, sino acusado ahora de un delito. Se pide cárcel para él. Sale condenado a ingresar en un psiquiátrico (interesante resultado, una vez que se ha seguido una "línea política de defensa", es decir, presentar a José ante los tribunales como un delincuente político, alguien que se ha enfrentado al sistema "no al sistema de los taxis de Barcelona", se aclara, "si no al Sistema, con mayúsculas"). Es necesario aclarar que "El taxista ful" no es un documental, sino un falso documental. Ignoro qué base real tiene, pero sí que podemos decir que se trata de actores aunque, de alguna manera, se juegue a que se representan a sí mismos: un detalle por ejemplo, sus nombres en la película es su nombre real, y pertenecen a un colectivo (Espai en blanc) que es tal cual el de la propia peli. Sin embargo, sabemos que se trata de actores profesionales. Dirás, oh!¡ qué descubrimiento!¡, bueno, sólo digo que la primera vez que la vi yo me creí que, al menos José se interpretaba a sí mismo. Este docu fue un poquito como descubrir a los 28 que los reyes magos no eran los padres:

http://www.youtube.com/watch?v=nV24jYRsj5w

Es por su relación con Marc, que José comienza una aventura con y por el pensamiento de Marc y sus compañeros. Su mujer le ha dejado y se ha llevado a su hijo a Madrid, en su casa le busca la autoridad, y no tiene, por tanto, donde ni cómo vivir. Así que se presenta en casa de Marc. Marc trata de endosárselo a un amigo, que tiene un niño muy majete y enganchado a videojugos educativos (vamos, que de mayor será un figurín: fornido como su padre, que es culto y albañil, y sensible e instruido, al contrario que el hijo de José, que sale a lo kinki con orgullo de padre guerrillero). El amigo no cede porque, dice, "a veces me gusta estar solo", con lo cual la peli ha despachado todas las dificultades que un señor pueda tener para alojar en su casa a otro señor.

Así que se llevan a regañadientes al José a la casa okupa, porque el Marc no puede tenerlo en su propia casa, ya que se va (no se especifica a dónde). Es ahí donde tenemos los refunfunños de José, sobre todo se ve que le toca la moral la vida en la okupa con el tema del agua... eso de tener que ir a por agua a la fuente en el siglo XXI no lo lleva nada bien. Marc, sin embargo, ese yerno que todos los progres quisiéramos para nuestras hijas (y si ellas le rechazan, para nosotros mismos), lo lleva bastante bien. Marc, y todo lo que le rodea, es un ejemplo de "montárselo bien". Ahora, el bueno de José, que ha sido rechazado, despedido del Sistema, le toca empezar.

Y así ocurre. Progresivamente, vemos una aceptación, por parte de José, de las ideas de grupo. Pero no sabría muy bien dónde colocar esta aceptación. Sí es cierto que, ya al final, se marca una intervención una especie de foro:

"Me da asco este mundo, pero lo digo con una sonrisa, para que nadie se piense que estoy amargado porque creo que la rabia y la alegría pueden estar juntas, no hace falta que estén separadas. Y la realidad sigue. Y yo me pregunto si algún día empezaremos a pensar cómo podemos agujerear la realidad, cómo podemos agujerearla".

Esta frase es el culmen descarado de un proceso irreal. Se dice que el roce hace el cariño, sí, pero, ¿de ahí a dónde? Eso es todo lo que tengo que decir, esa pregunta. ¿Es creíble?

Los paseos de Marc con José, y la relación que tiene el grupo con el taxista pirata, es de "espectación". Efectivamente, el obrerito este sabe cosas, tiene esa acento llano (no catalán), y esa forma de plantearlo todo muy pegadito a la vida porque no hay edición impresa de sus pensamientos, sus pensamientos están día sobre día, no negro sobre blanco. Y eso, a nosotros, los progres que tanto leemos, nos gusta. Y, sobre todo, nos gusta cuando José, el amigable hombre de la calle, nos termina dando la razón y es más, cuando le vamos puliendo a ser como nosotros, a entender nuestros lenguajes, nuestras abstracciones.

Dirá José al principio, cuando aún se revuelve un poco contra nosotros: "yo lo que quiero es recomponer mi vida". Y eso, para nosotros, no tiene valor ninguno. José está legitimando con esa frase los valores del Capital, el trabajo, la familia... Está asignándole valor, de nuevo, a aquello de lo que nos hemos deshecho. El Capital crea en nosotros unas espectativas de futuro: lo que hemos de ser, lo que no, etc., y cuando no las cumplimos, nos frustramos. José, ahora, es uno como nosotros: un tipo que, finalmente, no aspira ser nada en la vida. Lo dice literalmente: "un amigo mío decía: quiero vivir hasta que me muera, y si lo piensas, no es ninguna tontería. Entonces, eso es lo que quiero ahora. No el futuro, no me quiero labrar ningún futuro, además, a mi edad, el futuro ya está bastante claro. Pero el tiempo... quiero vivirlo, desde ya, desde ahora. No quiero labrarme un porvenir. Esa ha sido la trampa en la que he vivido hasta hace poco tiempo".

Hemos salvado a José. Aunque después esto se matice y se rebaje en los comentarios de Marc del final de la peli, cuando están ya los créditos, pero es estrictamente eso: le hemos rescatado. Pero ¿y nuestras preguntas? Sólo un cínico puede mirar a José como nosotros le miramos, creyendo que las contradicciones fundamentales, que el "estoy hecho un lío" es algo propio de él, de su forma de vida.

Yo defiendo que "El taxista ful" está hecha para reírse de un obrerete a costa de no mirar nuestras miserias que, esas, esas sí que son difíciles de transformar. Con José, podemos creérnoslo, quisiéramos creérnoslo. De ahí que sea, en mi fantasía, tan importante comprobar si son actores o no. Pero, en definitiva, ¿qué más da? Es una peli que sólo quiere mostrarnos la foto externa de un proceso de reeducación.

¿Había algo de verdad en las posiciones iniciales de José? Nunca lo sabremos, cuando nos soltaba sus verdades, Marc (que somos todos nosotros) a lo sumo que hace es sonreír y cambiar de tema, pero no afectado, sólo dándolo por imposible, por ahora. Por eso sostengo que existe una relación entre la forma en que Marc (nosotros, los progres, los antisistema, los alternativos) miramos a la clase obrera y cómo Charlie Bobbit miraba a su hermano Raymond.

"Rain man" (Barry Levinson, 1988) es la road movie de Charlie Bobbit, que descubre, al ser desheredado por su padre al morir, a su hermano autista, que estaba en una institución cuyo director tendría el fideicomiso de la herencia. Así de sencillo. Charlie, Tom Cruise, es un yupi que quiere la pasta, sí, pero a lo largo de la peli va descubriendo cómo su hermano Raymond, Dustin Hoffman (autista de los llamados inteligentes), tiene enormes posibilidades, es más, descubre que, en el pasado, estuvieron muy unidos. La película se llama "Rain man" porque Raymond cuidaba de Charlie cuando llovía, ya que no le gustaba salir de la casa.

Y lo mejor: para Charlie, se trataba de un amigo imaginario. Pensaba que él mismo había imaginado esto, así se había explicado a sí mismo sus recuerdos pasados, hasta que, descubriendo a Raymond, a través de una foto en la que están juntos de pequeños, cuadra la escena. Todo el proceso de Charlie es mucho más interesante que el de Marc, pues el mundo de yupi sí que está apunto de tambalearse, no como el de nuestro apolíneo héroe barcelonés, que no muestra más fisura que la que, irónicamente, muestra al final diciendo que se sienten ridículos pensando que han cambiado a José. Se sentirán ridículos, pero la cosa es que lo han hecho, en la peli lo han hecho.

Charlie Babbit = Marc Sempere = nosotros.

Raymond = José Rovira = la clase obrera.

Porque los obreros saben cosas, pero nos gusta vivir en la fantasía de que saben lo que nosotros decimos que saben. El sistema aliena, sí, pero nosotros somos la doble alienación.

En el que sí es un docu, cuya dirección del yutúv he pegado antes y en el que sale el propio José Rovira, pero esta vez haciendo de autónomo, no de taxista nocturno, dice que la clase obrera ya no existe. Yo creo que eso es lo que nos gustaría pensar. Porque, obviamente, los trabajadores existen, no hay más que verlos... pero sabemos que la clase obrera es más que eso. Tenemos el recuerdo lejano de alguien que nos hablaba de grandes verdades universales, que nos silbaba La Internacional, que nos hablaba de destruir la explotación. Ahora, como ya nadie lo hace, queremos creer que aquello fue un amigo imaginario. Decimos: la clase obrera no puede existir, porque si existiera, cogería nuestras banderas, sí, esas que tenemos apolillándose en el armario, porque en el fondo de nuestros güetthos (http://www.youtube.com/watch?v=QrTfYItDDwA) autogestionados en la teoría, de retirada en la práctica.

Recuperamos la frase del principio: no se puede cambiar el mundo y, desde ese convencimiento, a ver si nos da por hacer algo... Pues sí, chavales, así va el rollo... pero el problema, broders, es que no quisimos nunca cambiar el mundo, sino que quisimos hacer el mundo a nuestra manera y, como no se deja, como sólo se deja en los docus de mentirijilla, ya no nos lo creemos, ni del mundo, ni de nuestros círculos cerrados, que podemos cerrar más, pero nada. Entonces, efectivamente, una vez que nos convencemos de que no podemos torturar la realidad para forzarla y amoldarla a nuestros aprioris, pues sí, de ahí surgen las posibilidades... pero no de esconderse, sino, al contrario, de lidiar, de verdad, con nuestros amigos imaginarios.

¡Ay!, Dashiell, cómo nos gustan las historias facilonas.

domingo, 8 de febrero de 2009

Jacobinos del cuerpo quieren QUEERerse.

Querido Dashiell Hammet, te escribo de nuevo desafiando la capacidad de todo ser humano de soportar rollazos y, de nuevo, digo, desde la acomplejada posición de alguien que se disculpa por escribir textos largos, aún a sabiendas de que necesita que sean así:


En la revista www.hartza.com hay un interesante intercambio de insultos y amenazas en el terreno de la teoría y la práctica queer, a raíz de un texto de Javier Sáez titulado "El amor es heterosexual"(1). Este texto, y las respuestas al mismo, conforman un entramado muy novedoso y entusiasmante de posiciones políticas respecto a la cuestión de la liberación sexual porque, por primera vez en mi vida veo, de una forma explícita, que se pone sobre la mesa el amor, no ya desde la teoría sino desde prácticas cotidianas.

De una forma u otra, la tradición de la lucha por la liberación sexual ponía en el sexo su objeto, siendo la liberación del amor consecuencia de la sexual. Sin embargo, este debate de Hartza nos pone de manifiesto que existía un punto que no había sido ni aclarado, ni situado, esa cuestión difícil y complicada que vendría a ser el amor.

Una de las claves del texto de Javier Saez es que se respalda en una entrevista a Foucault, "Sexo, Poder y gobierno de la identidad" (2), donde se aboga por la constitución de una realidad, una vida homosexual, frente a una vacía identidad homosexual, no limitarse a una mera demanda de
tolerancia sexual, a ser respetados y reconocidos, sino que los homosexuales comiencen a crear (para más, ver la entrevista a Foucault, que matiza y profundiza la cuestión). Javier Saez recupera este planteamiento y lo aplica a un encuentro feminista porno punk que tuvo lugar en Donosti. En este encuentro, Saez diagnostica una hipervaloración del amor y de la pareja, y podríamos resumir su análisis en dos puntos:

1º. Es un acto de búsqueda del reconocimiento del mundo heterosexual:

"los bollos, las maricas e incluso los trans son mucho mejor digeridos y aceptados cuando tienen pareja (“qué chicos más sanos, ya no son promiscuos”) y sobre todo cuando proclaman “su amor” (“fíjate qué majos, se quieren; son como nosotros”). Como decía Foucault, lo que molesta al poder no son las relaciones homosexuales, sino la amistad (http://www.hartza.com/fuckault.htm ). Es decir, la posibilidad de crear redes de amigos, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles de localizar, que escapan al control social y que van más allá del modelo binario individualista o liberal: “pareja- amor- matrimonio”".

2º. Como consecuencia de esto, hace una crítica del amor y denuncia su carácter no sólo heterosexual, sino ampliamente pro-sistema:

"Para mí el amor se basa en la insolidaridad. Me vinculo a una persona, de forma individual, y abandono el resto. La pareja. Dos individuos. Fin del vínculo social. La locura temporal que supone el sentimiento amoroso nos aísla del resto, o en todo caso convierte a la pareja en la prioridad: primero salvo a mi marido, luego ya veremos. Tampoco se recuerda lo cerca que está el amor del odio: cada semana muere en el Estado español una mujer a manos de su marido: “la maté porque la amaba”. La propia Elizabeth
Stephens nos mostraba en el festival una foto de un pezón sujetado por una llave inglesa, y comentaba: “Es una foto del pezón de mi ex. Ahora pienso que debería haber apretado más fuerte”. Parece que la cosa acabó mal entre ellas."

La clave de la argumentación de Saez es que une amor a pareja, siendo, por tanto, las celebraciones del amor una celebración de la pareja. Independientemente de cómo fuera planteado en el encuentro de Donosti, centro de la polémica, Javier Saez vincula al amor como origen de la insolidaridad porque ese amor se da por otra persona, pero sólo por esa otra, y, entonces, separándose del mundo, tenemos cómo el amor no sólo legitima el aparato pareja, sino que lo lleva en su seno. De ahí que haga un elogio de la amistad, en base, de nuevo, a Foucault..

Este texto ha recibido respuestas muy diversas, pueden leerse en la porpia web de Hartza, o en los comentarios que recibe el artículo en Dos manzanas. De ellas, la que destaco es la de Virgine Despentes (3), por varias razones:

1º. Explicita una defensa de la pareja como estructura que puede llegar a permitir la misma superviviencia, por una cuestión directamente económica: por sus propios medios, Annie Sprinkle no habría podido acceder al tratamiento contra el cáncer que finalmente le ha curado, si no fuera por la Seguridad Social de su compañera Beth.

2º. Explicita una defensa de la pareja como estructura que fortalece una posición política por el hecho de presentarse como pareja que se sale de la norma heterocéntrica:
"Cuando me presento en público con Beatriz, sé que nos defendemos y somos más fuertes por el simple hecho de ser dos, presentamos un modo de supervivencia emocional y económica fuera de la heterosexualidad."

3º. Añade: "Y no me parece que nuestra posibilidad de amor se reduzca tan sólo a nosotras, me parece que en estos 4 días [se refiere al encuentro de Donosti] hemos querido a mucha gente. Al final, amar es siempre un esfuerzo, un riesgo vital, pero odiar es la fuerza propia del capitalismo, el impulso más fácil, caótico y natural, el más destructivo, que puede conducir al éxito o al poder, pero que nunca te llevará muy lejos en términos de subversión. Quizás la utopía del amor sea lo único que justifique hacer política, arte o escritura."

4º Defiende el encuentro de Donosti (centro de la polémica) en base a que, además, lo que dice haber visto Javier Saez en el encuentro es un acto de re-escritura:
"Lo que tú haces se llama un esfuerzo de re-escritura : en este seminario no has visto perras, ni chicos con coño follando de la manera más brutal y tierna, has visto parejas de adultas. Que tú no quieras verlo no significa no haya ocurrido algo excepcional. Que prefieras pensar que has visto parejas de adultas y adultos enamorados es tu problema. El hecho de que esta nueva clase de activistas sexuales reúna a parejas vestidas y desnudas para hacer sexo con otras no me ha parecido sin interés. Al contrario, se trata de una reconciliación que merecíamos desde hace siglos, reconciliación de la puta y la tierna."




Creo que el texto de Javier Saez, recupera de Foucault el esfuerzo de la crítica a las políticas de la identidad, y, por cómo responde no sólo Despentes, parece una crítica muy necesaria. Sin embargo, querría centrarme en otro aspecto. Dice Despentes a Saez: "que prefieras pensar que has visto parejas de adultas y adultos enamorados es tu problema". Esto, de repente, me chocó. Lo retomaremos más tarde.

La carta de Javier Saez relaciona amor e insolidaridad, amor de pareja e insolidaridad, y ahora, Virgine Despentes, a la defensiva, reivindica que lo que el otro quería ver eran "parejas adultas", pero que, para nada, para nada.

Bueno, de nuevo vistazo al yo-tuve:

http://www.youtube.com/watch?v=e-G2rvgA0Ic

Lo primero, advertir que es casi seguro que ese tipo exagera su acento para salir por la tele. Lo segundo, que, en la ruptura con las construcciones políticas del sexo, en la ruptura con cómo se ha normalizado que existen "hombres" y "mujeres" (y de ahí uniones mujer-mujer, hombre-mujer, hombre-hombre), el movimiento Queer, y Beatriz Preciado, han atacado el establecimiento del sexo como algo natural. Es decir, nuestro sistema político-económico pretende apoyarse en postulados científicos (como la genética) para argumentar la división social entre hombres y mujeres, sin embargo, la propia Preciado y otros, ya han puesto sobre la mesa el hecho de que la ciencia tiende a encontrar lo que busca, es decir, se produce a sí misma mientras no salga de su propio horizonte epistemológico, de las relaciones sociales del sistema político y social que han constituido dicho horizonte. Esta crítica a la ciencia ha sido desarrollada brillantemente por los Monty Python, visionarios de todo el conocimiento humano:

http://www.youtube.com/watch?v=ce4patrVAqA

Si partes de que los pingüinos parten la pana, llegarás, tras un excelente ejercicio de rigor científico, a demostrar que, efectivamente, los pingüinos parten la pana. Si las relaciones sociales dominantes que dan lugar al discurso científico dicen que existen los hombres y las mujeres, y que uno es una cosa y la otra, otra, pues, al final, tras inmensos estudios, tendremos, efectivamente, eso. Es decir, el discurso científico no es garantía de conocer lo "natural", ni de lo objetivo. Por tanto, si el Estado administra una gran cantidad de estrógenos (las llamadas hormonas femeninas) a las que considera mujeres, dentro del dispositivo de control social que es la construcción que es la identidad sexual; como acto de "empoderamiento", utiliza Preciado ese término, vemos cómo se administra, y también al miedica del Jodorosky, testosterona en gel. Se trata de todo un acto de conquista del Poder: lo que se les niega a las mujeres, se les puede poner al alcance para que, libremente, experimenten en su cuerpo, tengan acceso a ese poder bajo la forma de molécula.

Vamos a contraponer este acto de Beatriz Preciado a otro acto. Existe una película titulada XXY (Lucía Puenzo, 2007). Relata la historia de Álex, hermafrodita (aunque el término para humanos correcto es intersexual pues no se conocen casos que reúnan en un mismo cuerpo todo el aparato reproductor y que funcione, tanto masculino como femenino, sino que se dan casos, más de los que pareciera, de tener los órganos, es decir, pene y vagina) que ha nacido con los dos órganos genitales, y los conflictos que sufre por ello. Esta película habla de muchas muchas cosas, desde la educación/protección de los hijos por parte de los padres, hasta la exploración sexual y la búsqueda de la identidad. Pero es en este punto donde nos interesa el acto rebelde de Álex: no se está tomando los corticoides que se le suministra para evitar que le aparezca barba. Este acto de rebeldía de Álex lo contraponemos al de Beatriz Preciado porque son de naturaleza muy distinta: el primero es la renuncia a la asignación de sexo que el aparato familiar-institucional ejerce, y el segundo es la conquista del Poder que hay tras ese mismo aparato.

Son dos posiciones políticas totalmente contrapuestas. Rechazar o tomar. El acto en sí de Preciado (no nos referimos aquí al conjunto de sus obras) es un emblema para algo que podríamos llamar política jacobina en materia sexual. Me explico, todo planteamiento político revolucionario tiene que definirse, antes o después, por una forma de afrontar el Poder al que se enfrenta: o bien tratar de derrocarlo, o bien convertirlo en inválido. Entendemos como política jacobina a aquella propuesta revolucionaria que apuesta por la toma del Poder para poder llevar a cabo la revolución, y que resuelve el conflicto entre ambas cuestiones del lado de la toma del Poder. La política contraria, desarrollada por la filosofía de la no-violencia, deslegitima totalmente el poder, lo convierte en un hueco desde la desobediencia. Se dirá: la conquista del poder entraña también una forma de desobediencia y, al contrario, también la no-violencia conlleva una conquista del poder... bueno, estas cuestiones son muy largas de matizar, y tampoco soy yo precisamente el más adecuado para hacerlo pues es muy recientemente cuando empiezo a hacercarme conscientemente a la filosofía que entraña la no-violencia. Nos quedaremos ahora con el hecho de que todo movimiento tiene que dialogar y resolver esta cuestión, jacobinismo/no-violencia.

La revolución de Álex, su desobediencia, conlleva empezar de cero, el punto cero desde el que las referencias y las seguridades que ofrece el Estado no existen. Sólo dispone de sus propios medios, su propia materialidad. En lugar de aspirar a las realidades que emanan del Poder, Álex ha de enfrentarse a su cuerpo no catalogado, su deseo no catalogado, a... a "recorrer por ella misma su camino" (Ana Alguacil dixit). Convertir esta batalla en una batalla que se juega en tu campo, con tu cuerpo. Y la práctica de Preciado, pese a que también podría considerarse, a primera vista, entrar en un propio camino, es, en realidad, el camino del Poder. La revolución desde abajo, frente a lo que llamamos jacobinismo del cuerpo, no busca el cambio a través de las posibilidades que tiene el Poder, sino traajando a favor de las posibilidades que tenemos todos, y que no hemos descubierto.

Ahora, en otro giro, quiero contraponer lo dicho sobre XXY al cine pornográfico. La lógica de la relación sexual del porno convencional es un guión, la coreografía programada de dos cuerpos, que se relacionan el uno con el otro sin atender a lo que son por sí mismos sino, al contrario, obedecer un guionaje confeccionado para la lógica del espectador. La crítica feminista ha dicho que la pornografía es la teoría y la violación es la práctica, es interesante esta sentencia. De alguna forma, el triunfo de la pornografía es lo "sencillo" que resulta el sexo, es pura fantasía, despegue de la realidad y, en lugar de obedecer a la materialidad de los cuerpos, de descubrir qué son, cómo respiran, cómo laten, ... al contrario, imponer sobre ellos unas pautas guionadas, una coreografía fantasma, pues eso es cualquier cosa menos sexo, ya que está más cerca de la sardana o la jota aragonesa, que de unas personas descubriéndose unas a otras. Miento, en realidad en la sardana encontramos todo un ejercicio de ir juntos, de seguirse unos a otros, que le da un millón de voltios a la pornografía, a los hechos me remito:

http://www.youtube.com/watch?v=slnGYnt4sXY&feature=PlayList&p=8A6A1FF306FE2D4D&playnext=1&index=4

Por tanto, una nueva propuesta en positivo y esta vez no tan peliculera: si no tienes con quién practicar horizontalidad, baila la sardana, que también es revolucionaria. Vamos a decir: encuentro. Vamos a decir: desobedece todos tus supuestos instintos que te llevan a ir tan deprisa, sobrevolando el cuerpo del otro, a no insertarte en esta realidad que es tu cuerpo, que es el cuerpo de otro. Vamos a decir: deja de jugar a las pelis porno. Vamos a decir: respirar juntos es abrir la posibilidad del amor, y de la revolución. Vamos a decir: desobedece al aparato, busca la forma de empezar de cero.

Vamos a decir: hablamos mucho del sexo, pero nunca hablamos del amor. Y eso es lo que me parecía más interesante de este debate (¿recuerdas, hace mes y medio, cuando comenzaste a leer este post?) porque, por fin, aparecía el amor. Hará, pronto, un año que terminé un trabajo para Mr. Estrada (peazo profe) sobre la pornografía, en el que me propuse afrontar la cuestión del sexo... y ni siquiera se me ocurrió tocar lo del amor... claro, como Lacan nos había dicho que no podíamos decir nada de él... pues nada, callaíto como perro, guardando(me) el secreto.

Javier Saez ataca el amor por ser insolidario, pero en realidad, quiere atacar la institución pareja como instrumento que pueda sacarte del mundo. Virgine Despentes quiere pasar a la defensiva, y reivindica el amor, pero no termina de hacerlo con contundencia, y termina llevándolo a... "has visto adultos amándose porque los has querido ver". Es muy curioso, esta propaganda proadolescente. Se espera, precisamente de los adultos, que tengan la paciencia de encontrarse y profundizar en sus relaciones, superando las instantáneas-juveniles. He ahí la contradicción por la que el discurso de Despentes no puede desmontar la carta de Saez: amo aquí, amo contigo, busco tu cuerpo tal cual, dejar que surja la conexión, el encuentro que, sin hacer desaparecer ninguna asimetría, sin anularlas existe como tal, como un animalillo, el encuentro se convierte en un animalillo, en un ser por sí mismo, aparece una nueva respiración, una nueva realidad que, políticamente, es lo más cercano que podemos estar de una verdadera experiencia de base; pero Despentes termina hablando de hechos consumados como "lo que representamos juntas" o los beneficios de la Seguridad Social, es decir, que la pareja les permite conquistar Poder. Poder de Resistencia, sí, pero no desobediente. He ahí el salto fantasma entre el amor y la pareja: no pensamos en el amor porque pensamos en defendernos del Poder y conquistarlo (para lo que necesitamos más que nada el aparato-pareja), y no en desobedecerlo (el amor).

Estamos con Javier Saez en denunciar la "retórica del amor", pero no deshacernos del amor, la única puerta a la revolución en todo esto. Estamos por un amor desobediente, que parte de la respiración, las ideas y los temblores propios y ajenos, y que no sólo no se contradice con el crecimiento de nuevas redes de relaciones sino que, al contrario, es su motor. ¿A caso no es este el único modo de superar el binomio homosexual/heterosexual y, por tanto, las políticas identitarias que, al fin y al cabo, no hacen más que reforzar la estructura? ¿no es esta la única forma de encontrar nuevos caminos, pero que no sean impuestos desde nuestras intelectualidades a la realidad, sino desde los hechos, desde las realidades, desde las caricias por sí mismas?

Y me veo obligado por los hechos a añadir que los Monty Python también habían hablado ya de esto:

http://www.youtube.com/watch?v=xhJHNzy7u2A&NR=1




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(1) http://www.hartza.com/amorhetero.htm

http://www.dosmanzanas.com/index.php/archives/5544

(2) http://www.hartza.com/fuckault.htm

(3) http://www.hartza.com/virginierespuesta.htm

lunes, 2 de febrero de 2009

ex-Comunistas.

- Uno no se cura de nada en esta vida, amigo mío. - Responde Gabriel Albiac a un entrevistador que, moviéndose a cámara lenta como si navegara sobre el tiempo y el espacio, le ha preguntado si aún está atrapado en esa enfermedad conocida vulgarmente como "marxismo".

http://www.youtube.com/watch?v=gyOK2BC72KU



El programa se llama Contemporáneos, es de la cadena Libertad Digital y revisa la personalidad de diferentes héroes para el pensamiento liberal español de hoy día, que van desfilando mostrando, hasta donde el pudor correctamente entendido lo permite, su intimidad y biografía: es decir, hasta un elegante sofá de la sala de estar, o la poblada biblioteca de un piso abuhardillado del centro de Madrid.

Le tocó a Gabriel Albiac, que en los últimos años ha sufrido un "giro" (así lo denomina la wikipedia) que le ha hecho dejar de ser amigo de Felix Guattari y Toni Negri, para serlo de Federico Jiménez los Santos. No es un caso aislado, pues lo más sólido del pensamiento y propaganda pro sistema hoy día en nuestro país viene de las filas de los ex, incluyendo al propio Jiménez los Santos.



Sin embargo, me pregunto si son "traidores". Para ser traidor, hay que serlo respecto de "algo".
Al respecto de este tema, Dashiell, te comento de forma clara e inequívoca: mi madre es la más guapa de toda la red Indymedia. Y mi padre también, si no se me pareciera tanto. La traición es un lujo que sólo pueden permitirse las élites.

Las élites pueden dedicar lo que les quede de respiración a publicar ensayos como "El biopoder en el L. casei inmunitas", o "Dormir es mi experiencia de horizontalidad organizativa preferida", pero hay quien no. Los "giros" son posibles para algunos, pero no caben entre ceja y ceja para otros. Sí, Dashiell, esta carta será otro post aburridísimo hiperlargo en el que me consuelo a mí mismo en el viejo combate base vs. dirección.

La opción de traicionar, de despegarte, y de hacerlo de forma natural, como una "evolución del pensamiento" es propio de quien no tiene unido su pensamiento a la vida. Señor Hammet, usted sabe usar armas cortas de fuego, y le pido que las use si lo viese necesario, o que mande a David Molinilla si su función de amigo imaginario a mis 28 años no le permite ejecutarme con contundencia. David lo hará sin dudar, o en eso confío. Y la razón por la que le pido que sentencie contra mí es que, desde luego, yo puedo hacer despegar cual defectuoso aeroplano español mi pensamiento de mi vida, y quiero tranquilizar mi conciencia sabiendo que hay quien, llegado el momento, me ajustará las cuentas. Yo me puedo dejar llevar a la élite. Muchos (iba a decir todos, pero no es cierto, no todos) podemos.

Ya hicimos referencia al libro recientemente establecido por A. A. Coterillo "Pequeño panteón portátil". En él, se hace una semblanza de diferentes filósofos, desde una superficialidad declarada, y complaciente: grandes hombres de pensamiento que compartieron sillón académico y trifulcas sesentaiochescas contra un joven que ya era anciano entonces (igual de joven que es ahora ya anciano) conocido como Alain Badiou. A todos les da permiso de "descanse en paz", a todos... pero este post pasará a la historia de los post que no pasan a la historia como el post que peor utilizó la expresión "todos". Porque, hacia casi la mitad del libro, abre un paréntesis entre tanto buen rollo de funeral, cambia totalmente de lenguaje, se convierte en pesado, en cuidadoso, buscando el rigor, a la pesadez de la filosofía erudita, a las parrafadas y al comentario. Entre otros dos muertos, da igual quienes, Badiou sitúa a Louis Althusser.

Alain Badiou, incapaz de reconciliarse en vida con muchos, lo hace con todos en la tumba. Con todos, menos con uno. Ni una sola componenda de funeral, a Althusser no lo trata como a un muerto. El viejo Badiou se despide, de alguna manera, despidiendo, sí, a todos, menos a uno. Al único no muerto de ellos.

Althusser se significó como aquel que sí se mantuvo en el PCF (siendo el que más claramente lo radiografió), aquel que recuperó a Lenin para la filosofía (!¡), se declaró marxista-leninista, aún se posicionó con los marxistas de la oposición en los países socialistas y, después, renunció a todo menos a Mary Burns, saltó, aparentemente, de aquí para allá, como psicótico merecido, eso quisieron hacernos ver. A ese muerto es al que, el último vivo, Badiou, se niega a honrrarle el funeral. Aún quedan cuentas que ajustar con Louis Althusser para dar paso a las palabras bonitas. El affaire Althusser no está cerrado.

Y yo amo a Alain Badiou por ello.

La paz interior de los viejos. Recuerdo a mi abuelo Ricardo así. Pelo cano, y sonrisa. Manos gruesas por el trabajo, y movimientos apacibles, como si pudiera realmente dar por completo cada gesto. Sí. Y, así, el fantasma, su fantasma, que también es el fantasma de este país, el que los libros de historia reflejan como 1936-1939, gritaba en su interior. A veces oscuro, otras veces salvaje-muerde-labios, la plenitud no está reñida con el conflicto. Al contrario, el conflicto permite la plenitud, y ésta es sólo una forma definitiva de abordar aquel. Badiou, el "filósofo", es también el "abuelo" en ese sentido. Y como viejo, mira al mundo y trata a Althusser no como un hombre (cualquiera puede amar al hombre si no es necio del todo), sino como un texto.

Albiac, sin embargo, sí le trata (a Althusser), en la entrevista a la que hicimos referencia al principio, como un muerto.

Sí, algunos tienen la posibilidad de seguir leyendo, de compartir debates, de que la perfecta lógica académica marque sus derroteros intelectuales, y que los planes de estudios de algún departamento de filosofía lo sufran.

Louis Althusser tiene unas líneas, que pueden leerse en "Marx dentro de sus límites" que se titulan "El marxismo es interior al movimiento obrero". En ellas, junto con su librito (mucho anterior: es absurda la distinción entre los 2 Althusser, fórmula con la que se le hace pagar, injustamente, su distinción de 2 Marx, pues la posición militante enhebra todos sus textos desde el principio hasta el final) "La revolución teórica de Marx", nos cuenta la historia de un joven intelectual que, al integrarse en el movimiento obrero, dejó de ser un intelectual al servicio de los debates filosóficos de su tiempo, para que apareciera el marxismo. Es decir, al principio, tenemos al buen Karl Marx, un filósofo, recien salido de la universidad y que hace honor a ella, debatiendo con Hegel, Feuerbach, etc. Son los tiempos de la viejita que recoge leña en el valle del Mosela. Después tendremos a este sujeto, que introducido en los grupos revolucionarios del París de por entonces, relación "formalizada" con la redacción, junto a Engels, del "Manifiesto Comunista" en 1848. Para entonces, Marx dejará de ser un sujeto cuyo pensamiento sobrevuela el mundo, sino que se integra en él del lado de quienes luchan por revolucionarlo. Sitúa Althusser aquí el comienzo del marxismo (y por tanto, es interno al movimiento obrero), pues Marx ya no es un "pensador", sino que su posición activa es la que marca la evolución de su pensamiento, sus peleas a ostias y sus encuentros. El marxismo aparece cuando la obra de Marx deja de pertenecer al propio Marx. Y todo esto es situado en la obra de Althusser, y lanzado hacia los militantes comunistas, que recibían a Karl Marx como un catecismo, como algo terminado. El filósofo Althusser habla de epistemología: hasta que no desapareció (o entró en crisis) el pensador que volaba "libre", no teníamos más que a un joven filósofo, más o menos original, pero que, al fin y al cabo, sólo repetía el esquema ideológico del pensamiento académico de su tiempo. Porque una persona llamada Karl Marx renunció a esa posición, y se integró en la materialidad, en lo concreto, en el universo "restringido" del movimiento obrero, no pudo "ver" más allá de los paradigmas de la filosofía de la que provenía. Marx es apenas un comienzo, pero también es un ejemplo. Marx dejó de volar libre para bregar pesadamente por un extenso desierto, en le que cualquier evolución, cualquier proposición, no vale.

Althusser va a superar, de la forma más sencilla posible, todo el debate abierto hasta el momento, respecto a la posición de los comunistas respecto al movimiento obrero: autonomía, vanguardismo, antisindicalismo, anarcosindicalismo, etc. Sólo formar parte de él. Formar parte de su lucha. El movimiento obrero existe antes que los filósofos marxistas, antes que las organizaciones revolucionarias o reformistas, antes que cualquier interpretación, más o menos fundamentada. El movimiento obrero existe porque existen personas, seres humanos, bajo las relaciones de explotación y dominio, relaciones que son de Capital-Estado, que construyen su vida. El movimiento obrero existe porque has aborrecido la "música" de tu despertador, por el desfile de caras desgastadas del que participas tras cada jornada volviendo a casa, porque esas caras existen, y porque se encuentran. Y porque ese encuentro existe, todo lo que atrapa no tiene otra que redefinirse. El marxismo es una consecuencia más del movimiento obrero, es su folleteo con una filosofía.

Volviendo a atrás, sólo algunos pueden permitirse sus "giros" de pensamiento. Implica que pueden despegarse, subir al ático, y permitir que todo les cuadre. Quedarse con la amistad y la libertad. Es la filosofía de huir del encuentro, de maquillar la huida, y, desde luego, puede hacerse en nombre del marxismo, por supuestísisisisisimo, de hecho, si se hace en base a una supuesta lógica interna del marxismo. De hecho, este es el método más eficaz: desaparecer del encuentro en nombre del rigor marxista.

Y, en este panorama, ¿puede sencillamente hablarse de ex-comunistas? ¿es el comunismo el punto de referencia desde el que medimos las distancias, lo lejos que se han ido los compañeros, o cómo se han acercado, o..., o no los compañeros, sino nosotros, y de ayer para hoy?

La dificultad para simbolizar nuestra angustia lleva a la depresión, la personalización de dicha angustia, su psicologización, impidiéndonos ver cuánto de político hay en ella, y cuánto de posibilidad activa para atajar sus causas tenemos en nuestras manos y las de nuestros compañeros. Creo que muchos hemos utilizado en el pasado, o seguimos haciéndolo en el presente, al comunismo como un placebo para pasar por encima de esa angustia, de esa dificultad para simbolizarla. De la expresión "yo soy comunista", pronunciada hoy en día, hay mucho de "aún mucho se puede hacer", sin duda, pero también hay mucho de miedo a plantearse lo que el viejo-joven Badiou situó en "De un desastre oscuro": qué más da que las ratas se hayan apoderado de la palabra, el punto de discusión no está en el Comunismo, está en un lugar completamente otro, pues estamos ante "el fin de la verdad de Estado".

La angustia de poder explicar el ciclo completo, en su forma ampliada, del Capital, y no ser capaz de hacer nada, absolutamente nada, con la cara que me mira, de frente, en el Metro, o a mi lado en la parada de bus, o al otro lado de un apretón de manos, o ante un beso de alguien que no conoces, o el beso de alguien a quien sí conoces, o alguien a quien intuyes que amas, o alguien que sabes que amas. O alguien de quien no querrías volver a separarte jamás, y sin embargo, no puedes evitarlo, ni decírselo.

"Hombres es lo que sois", cuando Bill Quint amaba a Dinah Brand.

En resumen (atrevida palabra ante semejante amalgama), salgamos al encuentro de los hechos. Subamos al "tren en marcha", afrontemos los hechos por sí mismos, nuestra incapacidad ante ellos. Empecemos por los pasos pequeños, dejémonos hacer por la materialidad de las cosas, que la teoría no sea un prejuicio. Luchemos y fracasemos primero, aprendamos, construyamos, a pasitos, nuestra estrategia, que de ahí salga, de forma natural, nuestra teoría y nuestra organización. Todo aparato, que pretenda justificarse a sí mismo, pertenece al Estado. Militar en la realidad, asumir cada uno de sus retos, cada uno de ellos, sin imponerle nuestras premisas, sin utilizarla para demostrar nuestras tesis. Y, en ella, encontrarla. Todo aparato que pretenda justificarse por sí mismo, sea horizontal o vertical, pertenece al Estado. Todo aparato, teórico u organizativo, que exista como a priori, que sea dado, niega la liberación del encuentro. Todo aparato de Estado es una máquina de fantasmas. Lenguajes fantasmas, militantes fantasmas, colectivos fantasmas... Si el rigor intelectual es lo que te lleva al marxismo, ese rigor te llevará a donde tenga que llevarte, como siempre, al rigor mortis. Sé fiel a cosas pequeñas que puedas descubrir por primera vez. Hammet, fidelidad a las pistas, a los hechos. Todo aparato que separa de lo pequeño, de lo cotidiano, que pretende obviarlo para afrontar sólo lo global, es una trampa para aprendices de pajarraco.

Nenas, es el momento de liarla. Despacito, paso a paso, desde la materialidad, para hacer explotar los acontecimientos.

Es el momento de.

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Este es el blog "Cartas a Dashiell"