domingo, 1 de marzo de 2009

Memento: la lógica "comunista" de partido.

A Fran.

Ejemplo de escenario bastardo para "debatir" en la lucha de clases bajo analgésico: tengo ya tres votos negativos en los comentarios a un corte de la película "Noviembre" en youtube, se trata de la escena en la que él dice que quiere cambiar el mundo y ella, la chica, por supueto, le sigue. "Éste puto mundo", dicen, quiren cambiar este "puto mundo"...

Más tres: la llamada de un amigo a las tres de la mañana, la confusión se ha convertido en un paradigma, o una emoción, o un lugar común, o un estado de ánimo: nuestro Estado de ánimo.

Tres gitanos del Panben llaman pelúo a otro gitano, peor vestido que ellos, con menos arte, con peor olor, con más trabajo recogiendo chatarra y menos de venta ambulante. División del trabajo haciendo saltar por los aires la identidad "étnica"; aunque, eso sí, cuando paso por su lado, los cuatro son gitanos contra mí. Porque la ideologia de la identidad permite todas las fragmentaciones posibles: de nuevo, nuestro Estado, la confusión.

Otro tres, pero esta vez, diferente. Línea 3, la amarilla, estación de Argüelles, dirección Villaverde Alto. Desde dentro, a través de la ventanilla, veo cómo una pareja se despide besándose. Son jóvenes, no llegarán a los 20. Ella entra en el tren, y él sigue por el andén. Lleva un paquete de carteles enrollados y sonríe. Le mira al pasar a su altura, y sonríe aún más. Lleva los carteles como si fueran su hijo, como si fueran un hijo suyo. Agarrados con fuerza, como quien se amarra con sus brazos al dibujo que tiene su propio destino, no sé, algo que está más en el futuro que en el presente...

Alguien había hecho ese rollo de carteles con mucho cuidado, ahora ella los sostiene con suavidad y sonríe cuando el vagón le deja atrás. Por un momento, Dashiell, me gustaría no tener que escribir este post y poder mandarte esa escena, como una postal sobre la esperanza.

Supongo que se dice que, a esa edad, con esos besos en el andén, es muy fácil mantener el entusiasmo, que lo difícil es mantenerla después. Pero no, no es fácil. Cuando rozas con el flequillo los 30 es tan difícil como a los 20, porque siempre es una cuestión de sentido, de que las cosas tengan sentido. Y a los 20 estás rompiendo:

con tu familia,

con tus amigos,

con tus ideas, con las ideas de otros, con las ideas de una conferencia, con ...

sí. Después, empiezas a construir, ya no te vale sólo romper. Y a eso se refieren con que es difícil. Pero construir realidad es igual de difícil que romper, la única diferencia es que a veces rompíamos aparentemente, pero no de verdad; sin embargo, aparentar, ahora, que construyes es mucho más difícil, cuando siempre fue muy fácil aparentar que se rompe. A los 29, ya nada esconde que se trata de un castillo de naipes lo que montas cada noche, escribiendo en un blog, hablando por teléfono, terminando la página de un libro... Sí, es un castillo de naipes, y aspiras a ir sacándole cimientos y cosas así. Pero, el mío al menos, aún es un castillo de naipes y si sales de mi habitación chica dando un portazo, se vendrá melancólicamente abajo.

La confusión contra nosotros, en Armas contra nosotros. A los 20, a los 30, a los 40, ... a los ¡¡80!! La confusión no desaparece, sólo se transforma. Sólo adapta a tus canas la posibilidad de crear nuevas distancias estúpidas, de fragmentar y dividir.

Memoria. Dashiell, me relaciono con la mayoría de las cosas que amo a través de la memoria, supongo que por eso cuento historias. Supongo que ese es mi pivote contra la confusión y por la cordura, o algo que se le parezca mucho. Pero hay un límite, hay un límite a mi salvavidas de recuerdos: cuando lo que haces ya no es actualizar el pasado, tenerlo vivo ahora, sino matar un poco el presente y convertirlo en pasado para poder asimilarlo, para poder relacionarte con él, entonces apesta un poquito el tema. Cuando se pasa ese límite, empieza a apestar un poquito a podrido, a mierdancolías que decía Maniakovski. Memoria + contárselo a Dashiell, por aquello del detective que sale entre medias me lleva, cómo no, a una peli.

Peli para melancólicos, claro, que empieza por el final así que, Dashiell, supongo que no te importa que te la destripe. Memento.

La melancolía es la cualidad de los desesperanzados. Manteniendo la compostura y los modales, hasta podría decirse que es la cualidad de los que no quieren luchar, pero aún no lo saben. Además, y en este mismo tono, existió (y dejó de hacerlo) un poeta granadino que dijo: "las casualidades producen metáforas perfectas". Me uno a este punto y comienzo:

Michèle Barret: teórica que ha situado, entre otras cosas, al feminismo como desestabilizador de "la división binaria moderno/posmoderno": http://www.newleftreview.org/?view=113 Michelle Barret: estrella porno que se ha especializado en la doble penetración. Dice en una entrevista:

"M. Barret: -They are just easy to work with. You can have a laugh with them and as soon as the sex scene begins, it is serious sex. They fuck you hard.

Entrevistador: -Do you like that?

M.B.-Yeah I do.

E.-Manuel and Michael are also pretty big guys.

M.B.-Yes they are.

E.-Big guys and hard sex are OK with you.

M.B.-Oh yeah. Next time I come back to the States I am doing a scene with Mike and Manuel at the same time.

E.-It seems that every English import into porn these days is a beautiful blonde who likes hard sex. Is there a factory over there that churns you out?

M.B.-No, but I think that a lot of the Americans are hot and they bring it out in us"

Michelle y Michèle Barret tienen algo en común: son las dos caras de un mismo nombre, dos formas distintas de hacer exactamente lo mismo: ir más allá de la lógica binaria esperable. Michelle, nuestra actriz, por su parte, en la práctica, pero de una manera muy peculiar: su aparienccia dulce y apacible, su piel blanca y su aspecto tímido, se esmeran con abnegación en la doble penetración, el sexo duro y, nos aclara la wikipedia, cuando participa en el bondage (versión hipercurrada del sadomasoquismo), es sólo ligero.

Será puta demagogia que las compare a las dos simplemente porque tienen el mismo nombre, pero reconóceme, Dashiell, que es para partirse el culo (ejem) el tema. ¿Sabes? en Mandril Capital, las distancias son muy largas, y, cuando no voy haciendo el cabra (y su vertiente fracasada, cabreando a alguien) voy leyendo a gente que trasciende, gente que va muy lejos en sus pensamientos, como Michèle. Y pienso en lo lejos que está todo aquí, en cómo debe ser "ir más lejos" en una ciudad en la que ya todo esté lejos.

De hecho, Dashiell, fíjate, todo el que vaya a leer este post es alguien a quien quiero, mucho, y que, además, está lejos, más lejos aún que la última parada de la línea 1. De hecho, si no fuera por eso, ¿para qué me habría hecho yo un blog?

Parece que todos saben trascender las distancias, las falsas oposiciones, la tímida que no se mete dos pollas, descubre cómo el feminismo le echa el pespunte a la unión entre modernidad y posmodernidad. Y, mientras, una hora para ir y otra para volver de Tetuán.

Hay distancias insalvables. En este blog, dándole candela a "El taxista ful", le terminé dando candela también, un poco por extensión, a un colectivo que se llama "Espai en Blanc", así que, para que sea una de cal y una de arena, cito un parrafito muy hermoso de Marina Garcés:

"Espai en Blanc es el nombre de un proyecto que nació en Barcelona en 2002 con el objetivo, como dijimos entonces, de “hacer de nuevo apasionante el pensamiento”. Apasionante quiere decir que nos vaya la vida en ello y eso ocurre cuando el pensamiento se hace colectivo, afecta nuestra propia manera de vivir y se alza como un desafío a las obviedades sobre las que se asienta nuestra realidad. Un proyecto como éste no podía tener como objetivo la mera producción de un discurso crítico frente al mundo. Desde un inicio nos planteamos la necesidad de experimentar con las condiciones de esta producción: los lugares, relaciones y herramientas de su creación, comunicación, pedagogía e intervención. No sólo queríamos constituir un autor colectivo, sino poner en marcha una verdadera máquina de pensar. Un dispositivo que, alterando los mapas reconocibles de la producción teórica, produjera una nueva politización del pensamiento. La crisis de las formas tradicionales de militancia y de organización políticas han invalidado la vieja idea de que la politización pasa por la conciencia y por la transmisión de un discurso verdadero. En el mundo global todo está a la vista (la injusticia, la mentira, la crueldad, la explotación, etc) y no pasa nada. Desvelar y denunciar tiene valor en el plano de la información pero no en el de la transformación social. El presupuesto ilustrado de la iluminación de las conciencias, retomado después por el movimiento obrero como conciencia de clase, ha perdido así su potencial subversivo." (1)

¿Es muy obvio que se me enbalan las neuronas con la última frase?

Sí, lo que sitúa ahí Marina Garcés es nodal, es la madre del cordero (The Mother Of The Lamb, T.M.O.T.L., de ahora en adelante).

Voy coleccionando palabras que han ido saliendo hasta ahora en lo que llevamos de post: memoria, conciencia, trascendencia, distancias.

"Memento" está lleno de todo eso. Recuerdo cuando la vimos. No sé bien la razón, sé que a Carlos Enríquez se le metió entre ceja y ceja, y que circulaba mucho entre nosotros. Esa película formaba parte del lenguaje colectivo que íbamos construyendo, de nuestras discusiones que, torpemente, íbamos afinando entre mucho movimiento estudiantil, algunos librillos, y la presencia en plan fantasma del movimiento obrero, del que algo habíamos oído pero, ahora, ya no parecía estar por ninguna parte. En ese contexto, una frase de la peli: "disciplina y organización".

Identificábamos nuestra confusión con la del prota, su dificultad para afrontar la realidad y aquella frase que, para distinguirse de alguien que había conocido con su misma dolencia pero que era un auténtico desastre, nos suelta a todos: "disciplina y organización". Las palabras que habríamos dicho nosotros, por nuestro lenguaje, por nuestro contexto de tomos sueltos de obras completas en ediciones españolas que salían de Moscú o Pekín, y encontrabas en librerías de segunda mano o en el trastero del padre de alguien.

Sí, por ahí andaban nuestras palabras clave.


Aclaro brevemente. El protagonista de Memento padece una enfermedad que consiste en la imposibilidad de producir recuerdos nuevos. Todo lo que ocurre, se le olvida a los pocos minutos. Para enfrentarse a la confusión que le produce esto, ha creado un sistema, de ahí lo de "disciplina y organización". Fotografías instantáneas, tatuajes y notas. Así confecciona un guión para no perderse. ¿Qué mantiene todo en movimiento? La venganaza: lo único que recuerda con certeza es el asesinato de su mujer. A lo largo de la película, nuestro héroe va luchando contra el mundo, contra la confusión, tratando de distinguir aliados de traidores. Confía en sus notas y en su intuición.

Lenny, nuestro héroe, irá jugando contra un rompecabezas gracias a que, contra todo, su plan, su vida, tiene sentido. Esa venganza le mantiene en la búsqueda. Supongo que es la confusión, supongo que es la determinación, supongo que es por frases como la de "disciplina y organización" y otras por el estilo, pero, mientras veías esa peli no tenías otra que identificarte. Nosotros, los que por entonces éramos jóvenes comunistas en un mundo que había confrontado el comunismo sobre todo con confusión. Era por entonces cuando empezábamos a desentrañar el misterio del leninismo, ¿qué había sido la URSS?, ¿qué habia pasado en el movimiento obrero?... Los libros funcionaban como nuestros tatuajes. Nuestra fidelidad al acontecimiento conocido como REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DEL 17 era una piedra de anclaje para soportar el huracán de confusión que nos rodeaba.

Pero lo tremendo de Memento es que, como nosotros, descubrimos que se nos habían colado ratas en el barco, que la herramienta que teníamos para mantener nuestra fidelidad, para sostener el sentido de nuestra lucha (los textos), habían sido falsificados.

Lo tremendo y lo genial de Memento es que, y no vamos a decir ni cómo ni cuando porque, Dashiell, en realidad quiero que la veas, Lenny tendrá un momento de decisión. Nosotros, igual que en la peli, descubrimos que alguien nos había cambiado los tatuajes. Sí, lo único en lo que confiábamos por entonces, lo que nos diferenciaba de aquellos que se iban a casa en cuanto apretaba un poco el vendabal, la certeza de un acontecimiento llamado OCTUBRE DEL 17 al que ser fiel, una forma de hacer política a la que ser fiel, habia sido falsificado. ¿Hasta dónde? No lo sabíamos, pero, como Lenny, teníamos dos opciones: readaptar el puzzle para que todo siga funcionando, o empezar a "investigar nuestro propio caso".

Los stalinistas se caracterizan por haber reconfigurado el puzzle muy pronto: los que hablan del horror bajo la URSS es porque se creen las mentiras de la burguesía. No está mal pensado, sabemos que hay historiadores mentirosos, sabemos que los medios mienten, y aquellos años están lo suficientemente lejos como para no tener testigos de primera mano accesibles. Ellos ya encontraron la forma de seguir buscando su John G.

Los trotskistas profundizaron un poco más: efectivamente, existió el horror bajo la URSS, pero si Trotski hubiera tomado el mando, todo habría sido diferente. Es certo, está bien pensado, es creíble, nos permite respetar la mayor parte de nuestros tatuajes diciendo: lo malo que hay en ellos no nos pertenece.

El camino Althusser nos llegó a través de Carlos Enríquez. Juntos comenzamos a investigar, ir a los textos, desentrañar, pero ya desde una perspectiva diferente porque lo primero que apunta Althusser es que podemos encontrarlo todo en Marx, tanto a Stalin como a Lenin, como a Trotski... es decir, el horror viene de dentro. No se trata de mentiras burguesas, no se trata de algo externo, sino de nuestro íntimo alien.

Nosotros encontramos la gran diferencia que hay entre Lenin y Stalin, y cómo este último era un gran falsificador que había reconstruido, para justificarse, todo el comunismo precedente.

Bien. Sin embargo, algo seguía yendo mal. Una vez que no salvamos una parte de nuestros tatuajes, de nuestra literatura, sino que lo sometimos todo a revisión, de alguna forma nos liberamos y tuvimos que enfrentarnos a la realidad. No estoy en condiciones de explicar, aún, cómo fue aquella evolución, pero sí puedo afirmar que, en nombre del leninismo, dejamos de ser leninistas, sin darnos cuenta.

Dashiell, cuando has estado mucho tiempo fuera de casa, de tu hogar, de tu gente, si decides volver, debes estar preparado para encontrarte con algo diferente de lo que dejaste atrás. Porque las cosas y la gente cambia, sí, pero puede que el que haya cambiado seas tú. En el barrio del Zaidín existe un lugar que es mi hogar. Y yo he vuelto a él, a las estanterías de las Obras Completas de Vladimir Ilich Ulianov, alias "Lenny". Cuando ese lugar se convirtió en un lugar silencioso en el que sólo tenia que fregar y leer, y yo friego poco, volví a enfrentarme con el enano calvito con rostor de mongol.

¿Sabes, Dashiell? debo decir que el tipo me cae muy simpático, mucho más que antes, pero yo, en nuestra lucha anti-stalinista, había llegado a algunas conclusiones, a algunas ideas que yo atribuía a un correcto Lennynismo, pero


no es así. Simplemente no es así.

Para nuestro Lenny de Memento hay un momento en que tendrá que quemar una fotografía para que todo funcione, para salvar sus tatuajes. No sé cuántas veces he hecho yo lo mismo, pero el debate Lenin-Gorter...

En mitad de la confusión, donde las grandes palabras, los grandes libros, las grandes consignas... en mitad de las grandes cosas, vas y te cortas con una página de un libro. Un pequeño corte, que no significa nada en la montaña de la Historia Universal, pero que tienes que atender porque pica, porque es profundo. Eso fue para mí Lenin-Gorter, y por ese corte, un libro que para mí fue clave en su día, un libro que defendí absolutamente: "Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo", se convirtió en una falacia. Sí, falacia.

El debate Lenin-Gorter se interrumpe. Hay unas frases claves, que no son contestadas: dice Gorter algo así como "los hechos dirán quién de los dos tiene razón".

Los hechos. Hay un amigo, estas cosas pasan porque hay amigos, que me ha regalado un libro que se llama "La noche quedó atrás". Es el relato biográfico directo del debate Lenin-Gorter contado por alguien que hizo lo que "Izquierdismo...", y la III Internacional, decían que había que hacer.

La polémica entre Gorter y Lenny se da respecto a la insurrección armada, el papel de los sindicatos y los consejos de obreros.

http://www.marxists.org/espanol/gorter/1921-marzo.htm

"Ni siquiera sabes quién eres... en quién te has convertido desde... el incidente."

En quién nos hemos convertido. La clave de Memento es que nos coloca a los mierdancólicos, a los perdidos en la fidelidad a un vago recuerdo, frente a la decisión. En Memento, hay un instante en que la realidad, los hechos, te sitúan ante la elección: arrojarte al vacío de incertidumbres, a la fragilidad de los castillos de naipes, o mantenerte en la seguridad de tu puzzle, de las normas de tu juego. La realidad hace que el juego perfectamente cuadrado de notitas y obras completas salten por los aires y, entonces, tienes que elegir.

Lenny confía en su método, en su forma de registrar los acontecimientos que le rodean. Es un sistema pobre y loco, que se desarma, que todos sabemos que se desarma. La película nos muestra que se desarma, pero eso no significa que "nada se pueda hacer", sino todo lo contrario. Pese a lo frágil que es su método de moverse en la confusión: "el mundo no desaparece cuando cierras los ojos".

Ser materialista es no contarse cuentos. Memento añade a esa sentencia que, además, tendrás que elegir entre seguir contándotelos o no. El mundo sigue ahí cuando cerramos los ojos, cuando lo negamos también. La confusión no hace desaparecer el mundo, eso es ser materialista hoy.

Hay un abismo entre tú y yo. Una realidad que fragmentamos, que nos muestran fragmentada, en la que lo colectivo es una impostura que tenemos que meter con calzador, igual que la esperanza. Las distancias infinitas, los lenguajes inaccesibles, creamos jergas, convertimos la teoría en chismorreos para que sólo puedan entenderme algunos. Sí, eso ocurre. Y, sin embargo, "el mundo no desaparece cuando cierras los ojos".

Enganchamos ahora con el texto de Marina Garcés: nuestro mayor enemigo es la confusión, con la confusión es con quien confrontamos, y es por eso por lo que la apuesta ilustrada por decir la Verdad ha perdido todo potencial revolucionario, pues la dificultad no está en construir un discurso sólido, sino en que ese discurso no sea asimilado dentro de la infinidad de discursos asimilados como fragmentos, como identidades separadas. Es decir, de lo que se trata no es de decir la Verdad, sino de que la Verdad no se convierta en una distancia. Nosotros sabemos demasiado de eso. La posibilidad de que mi madre me entienda, me entienda radicalmente, pasa por un encuentro real con ella, un encuentro que haga saltar por los aires las fronteras de confusión, encontrar la forma de apelar al mundo, ese que no desaparece. Pero para eso, nada sirve usar el Discurso contra ella, porque la fragmentación, la confusión, hace que ese sea el mecanismo que nos separa.

Para eso, hay que abandonar la teoría como proclama, y empezar a construir juntos. Llega, siempre llega. Todos tenemos la oportunidad de no quemar la fotografía, de no defender nuestro puzzle, de que la vida nos desmonte las distancias, pero para eso, hay que partir del construir juntos.

Vladimir Lennyn nos enseñó a no rendirnos jamás, a no admitir componendas, a ser intransigentes. Eso es imprescindible para nosotros, porque este mundo está en guerra. Pero él no pudo entender a quienes apelaban a construir juntos un discurso mediocre antes que soltar un discurso perfecto, pero que procede desde arriba. Los comunistas consejistas no querían ni Parlamento ni Sindicato, porque querían hacer las cosas en las fábricas. Como dijo Gorter, los hechos dirán quién estaba acertado, y la respuesta de Lenin fue: ¿que si "masas" y "jefes", que si nada de sindicatos, que si nada de tomar el poder al asalto, es el momento de la Revolución Internacional y ahora me venís con esas?:

"Precisamente la absurda "teoría" de la no participación de los comunistas en los sindicatos reaccionarios demuestra con la mayor evidencia con qué ligereza estos comunistas "de izquierda" consideran la cuestión de la influencia sobre las "masas" y de qué modo abusan de su griterío acerca de las "masas". Para saber ayudar a la "masa", para adquirir su simpatía, su adhesión y su apoyo, no hay que temer las dificultades, las zancadillas, los insultos, los ataques, las persecuciones de los "jefes" (que, siendo oportunistas y socialchovinistas, están en la mayor parte de los casos en relación directa o indirecta con la burguesía y la policía) y trabajar sin falta allí donde estén las masas. Hay que saber hacer toda clase de sacrificios, vencer los mayores obstáculos para entregarse a una propaganda y agitación sistemática, tenaz, perseverante, paciente, precisamente en las instituciones, sociedades, sindicatos, por reaccionarios que sean, donde se halle la masa proletaria o semiproletaria. Y los sindicatos y las cooperativas obreras (estas últimas, por lo menos, en algunos casos) son precisamente las organizaciones donde están las masas." (2)

Lenin, nuestro Lenin, acusa a los comunistas consejistas alemanes de puristas, de que si no son capaces de darle la vuelta a la política burguesa en el seno de los sindicatos reaccionarios, ¿cómo van a hacer la revolución?

Estas eran, para mí, mis fotos quemadas, lo que Lenin nos escamotea en este texto: parece muy lógico pensar que si no puedes cambiar las relaciones de dominación, la política burguesa, los "malos jefes" en el seno de los movimientos, ¿cómo vas a hacerlo en el Estado? Pues bien, sí, es muy lógico si partes de la filosofía de asalto al Poder. Nunca es suficiente, pero que me he quemado las cejas lo suficiente como para retar a quien quiera a que me muestre que la política leninista no se basa, precisamente, en asaltar el Poder, lo cual se convierte, precisamente, en lo antagónico a quienes quieren convertir el proceso en una dialéctica hacia "abajo". Lo que Lenin nos despacha llamando puristas a los comunistas consejistas es que su concepción de la revolución es un aplazamiento, indefinido, de la revolución.

Nos aferramos (¡con tanta uña!) a "El Estado y la revolución", el libro "anarquista" de Lenin, la parte del tatuaje de la que estábamos seguros y con la que pretendendíamos legitimar el resto... pero es imposible. Puedes quemar las fotografías las veces que quieras, defender el circuito de búsqueda y eliminación de John G., pero siempre llegará el día de la elección, ese momento tremendo de la película, que, además, eres incapaz de decir cuántas veces ha sucedido.

La realidad es que, simplemente, no sabemos hacerlo de otro modo. No voy a meter más parrafadas de Lennyn, simplemente, nombrar nuestra desesperanza: llamamos imposible, apelamos a la contingencia, a la lógica de Estado (dialéctica hacia arriba, por el Poder, del movimiento que convierte la Revolución en la zanahoria que hace avanzar al burro, pero imposible de alcanzar), porque, a fin de cuentas, no creemos posible otro método. Pero no se trata de simple desconocimiento, sino de la incapacidad de creerlo posible, y cito un ejemplo: yo, hoy, puedo escribir esto y lo digo desde la certeza de quien sabe que existe un método, existen formas para trabajar desde esa dialéctica hacia abajo, y resolver para siempre la contradicción "jefes" - "masa" sin postergarla, es decir, caminar el camino de resolvela. Sin embargo, sí, he tenido que venirme a Madrid para darme cuenta de eso. Los viajes son largos, y, lo dicho, abres distancias hasta no se sabe dónde para que, al volver, no reconzcas del todo el lugar que llamas "hogar", sí, todo eso está muy bien. Es cierto, vuelves a casa y no es como lo recordabas... ¿quién ponia las inyecciones de insulina realmente? (por decirlo siguiendo la peli). Pero igual que tú has cambiado y ahora encuentras desconciertos, incoherencias y trapos sucios donde antes no los veías, también ahora descubres que, eso que has encontrado tan lejos, eso que tanto te ha abierto la mirada, siempre estuvo a tu lado.

Así, tan simple y tan rotundo. Yo siempre tuve ese método a mi lado: muchos de los que leáis esto sabéis quién es María, y sabéis que la conozco desde hace tiempo y que he hablado de estas cosas con ella, pues bien, el método que he descubierto tan lejos es precisamente el mismo que ella y su organización siempre utilizó y que siempre tuve cerca hasta lo íntimo. La pregunta de ¿cuántas fotografías he quemado? merece detenerse un instante, sí, pero, en realidad, carece de interés si la comparamos con la elección: ¿qué hacer con éstas ahora?, sí, con éstas, con las que tienes entre las manos, ¿volverás por otro John G.?

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(1) "La experiencia del nosotros", Marina Garcés.

http://caosmosis.acracia.net/?p=1240

(2) "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo", V. I. Lenin

http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Lenin(SP)/LWC20s.html#s5

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